Las vegas que hay en torno a Trespaderne, lejos de rodearla aprisionándola, abren salidas de emergencia en la localidad. Los valles tienen la facultad de las puertas: además de cerrar, sobre todo, sirven para abrir. Pero hay que atreverse a tirar del pomo. El verde que inunda su ecosistema los doce meses del año significa una oportunidad para el descanso. A sobra de lluvia, los balcones miran al sur como buscando una respuesta a la luz que, en los meses más oclusivos, se hace de rogar.
FERNANDO DEL VAL
Las vocales abiertas de Las Merindades suelen estar puestas en los ojos de los puentes que acogen. Trespaderne tiene uno, de piedra, que ejerce de parapeto de la claridad, dejando a las montañas como un telón que pocas veces…
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