Estíbaliz López / Trespaderne
No hubo aquelarres de brujas ni verdugos que se ensañaran con sus víctimas. Lo que no faltó fue una afluencia masiva de gente que ayer no quiso perderse la primera jornada de la IX Feria Medieval celebrada en Trespaderne.
La plaza de Ricardo Nogal se convirtió en un lugar propio del siglo XI en el que danzantes y bufones se hicieron notar con sus bailes y en el que la música fue la protagonista durante todas las horas del día. Los juglares contaron historias populares que despertaron la curiosidad de todos los allí presentes.
La misma que mostraron ante el arte del maestro cetrero, que supo exhibir como nadie el vuelo de las aves rapaces.
Los visitantes del lugar se entretuvieron en las 25 paradas de venta que llenaban la plaza. Chocolates y miel para los más golosos, fragancias, embutidos, juguetes, quesos y un sinfín de productos y alimentos, todos ellos elaborados de forma artesanal.
Hubo espacio también para aquéllos que se decantaron por observar el mimo y el detalle con el que se afanaban los trabajadores de varias provincias de toda España, dedicados al cuero, la piedra, la madera y el barro y que no descuidaron la concentración ante la atenta mirada de mayores y niños.
Precisamente estos últimos, los más pequeños, perdieron la noción del tiempo en su propio rincón, dedicado única y exclusivamente a su disfrute.
Allí, los chavales se introdujeron en el mundo de la globoflexia y aprendieron a realizar figuras imposibles e imitar las formas de sus animales preferidos. También pudieron entretenerse con diversidad de juegos que los del Medievo tenían preparados para ellos, y derrocharon dosis de imaginación pintándose las caras con colores de fantasía.
Y para todas las edades se representaron seis obras de teatro improvisadas en medio de la plaza donde los personajes de mercado arrancaron calurosos aplausos en cada ocasión.
No menor, ni mucho menos, fue la ovación que inundó las calles al finalizar un impresionante espectáculo de fuego que tuvo lugar al llegar la noche. Los que se lo perdieron, en el crepúsculo de hoy también tendrán ocasión de disfrutar con la magia del calor de las llamas.
Todo eso y más durante el día de hoy a cargo de la empresa burgalesa Tizona que, con su experiencia de quince años, dará lo mejor de sí hasta las 21.30 horas.
La plaza de Ricardo Nogal se convirtió en un lugar propio del siglo XI en el que danzantes y bufones se hicieron notar con sus bailes y en el que la música fue la protagonista durante todas las horas del día. Los juglares contaron historias populares que despertaron la curiosidad de todos los allí presentes.
La misma que mostraron ante el arte del maestro cetrero, que supo exhibir como nadie el vuelo de las aves rapaces.
Los visitantes del lugar se entretuvieron en las 25 paradas de venta que llenaban la plaza. Chocolates y miel para los más golosos, fragancias, embutidos, juguetes, quesos y un sinfín de productos y alimentos, todos ellos elaborados de forma artesanal.
Hubo espacio también para aquéllos que se decantaron por observar el mimo y el detalle con el que se afanaban los trabajadores de varias provincias de toda España, dedicados al cuero, la piedra, la madera y el barro y que no descuidaron la concentración ante la atenta mirada de mayores y niños.
Precisamente estos últimos, los más pequeños, perdieron la noción del tiempo en su propio rincón, dedicado única y exclusivamente a su disfrute.
Allí, los chavales se introdujeron en el mundo de la globoflexia y aprendieron a realizar figuras imposibles e imitar las formas de sus animales preferidos. También pudieron entretenerse con diversidad de juegos que los del Medievo tenían preparados para ellos, y derrocharon dosis de imaginación pintándose las caras con colores de fantasía.
Y para todas las edades se representaron seis obras de teatro improvisadas en medio de la plaza donde los personajes de mercado arrancaron calurosos aplausos en cada ocasión.
No menor, ni mucho menos, fue la ovación que inundó las calles al finalizar un impresionante espectáculo de fuego que tuvo lugar al llegar la noche. Los que se lo perdieron, en el crepúsculo de hoy también tendrán ocasión de disfrutar con la magia del calor de las llamas.
Todo eso y más durante el día de hoy a cargo de la empresa burgalesa Tizona que, con su experiencia de quince años, dará lo mejor de sí hasta las 21.30 horas.