viernes, 30 de septiembre de 2011

Caminos resineros de La Tesla


Coronilla es la cima más oriental de la sierra de La Tesla, que cuelga sobre el río Ebro y el valle de Valdivielso 

30.09.11 - 02:34 - 




La Tesla es una alargada sierra que separa las merindades de Medina de Pomar y Valdivielso, en Burgos. El río Ebro delimita con exactitud su perímetro y ha provocado, con una labor de erosión de millones de años, que el desnivel entre el páramo y el curso fluvial alcance en algunos tramos los 700 metros.
El punto más alto es Peña Corba (1.332 m) y se eleva al Oeste. En su extremo oriental se encuentra Coronilla (1.172 m), sobre un ramal desprendido de La Tesla. Es una cumbre abrupta y solitaria, con paredes que caen a pico sobre Valdivielso y el Ebro. La cima está separada de La Tesla por el portillo de La Coronilla, un paso tradicional entre los dos Tartalés, de los Montes, en Valdivielso, y Cilla, en Trespaderne. Por allí pasaron los resineros, con sus burros cargados de resina, y los vecinos de los dos pueblos cuando acudían a las ferias de ganado de Medina.
El punto de inicio elegido para iniciar la marcha es Tartalés de Cilla . Es una pequeña aldea escondida en un pliegue de la sierra. Iglesia, fuente y poco más. Una ancha pista (GR-85) sale de la parte superior del pueblo y sin grandes desniveles sube hacia el collado, aún invisible. Recorre el denominado Monte Pociles, una extensa mancha de pino, haya y roble, con sotobosque de boj, escaramujo y acebo. Un buen rato después clarea (0h.40') y al poco alcanza el paso de La Coronilla (0h.45'), un paraje despejado, entre los anticlinales de Coronilla (izquierda) y el pico de la Tesla (derecha). Ambas alturas aparecen con sus laderas cubiertas de pinos resineros.
El ancho camino de caballerías lleva por terreno abierto en dirección a Panizares y Coronilla, justo enfrente con la ladera surcada por un cortafuegos. Es muy tentador, pero lo desechamos. Su tramo superior está muy cerrado por lo intrincado del boj. En cambio, la ruta de Panizares gana altura con suavidad y se interna en el pinar, donde predomina el boj. Allí, debemos buscar un hito de piedra (0h.55'). Señala el desvío (izquierda) que sube a Coronilla. No es evidente y se presta a extravíos.
La nueva pista, pronto sendero, remonta con fuerza hacia al collado (1h.10'). Estamos arriba. Es un belvedere con excelentes vistas sobre la Hoz de Valdivielso, El Páramo de Masa y los llamados Cuchillos de Panizares, unos espectaculares monolitos que erizan las laderas.
Una marca de PR marca el sendero pedregoso que entre bojes de gran porte nos dirige hacia el objetivo. Está bien pisado y permite superar sin peligro, por la vertiente de Valdivielso, las peñas que cierran el paso. Supera un último tramo de piedra suelta y nos abandona en el llano cimero.
Es un paraje agrestre, venteado y cubierto de vegetación baja. La cima aparece enfrente. Pasamos junto a una vieja caseta forestal abierta y en mal estado antes de llegar a la cima (1h.30'), rocosa, estrecha, co mplicada de alcanzar y con excelentes vistas. Siguiendo la cresta se puede alcanzar con dificultad una cima menor (1.098 m) que cuelga sobre el desfiladero de la Horadada.
Con el fin de evitar complicaciones, lo prudente es retornar al collado por el camino de subida (1h.45'). La misma ruta nos dejará en el paso de La Coronilla (2h.10'). Cuentan que por esta ruta pasaron hasta mediados del siglo pasado los yeseros y resineros de Tartalés de los Montes con sus mulos. La vuelta por el GR-85 es corta y cómoda. Con suerte saltará algún corzo despistado y si caminanos en silencio veremos ardillas antes de retornar a Tartalés de Cilla (2h.45').

HITOS

Coronilla: 1.172 m. UTM: 30T X.463346 Y.4738731
Desnivel y horario: 570 m. 2h.45'. (1h.30' de ascensión).
Dificultad: Baja. La excursión discurre por pistas o sendas balizadas.
Cómo llegar. Tartalés de Cilla. Por el puerto de Angulo y Trespaderne.
Cartografía. Mapa 136-I (Trespaderne), 1:25.000, del IGN.



jueves, 29 de septiembre de 2011

El campo de fútbol podrá estrenarse en 2012 tras doce años cerrado


Las graves deficiencias de las instalaciones construidas en el año 2000 serán reparadas por el Ayuntamiento antes de marzo gracias a una ayuda de 97.000 euros de la Diputación

A. CASTELLANOS / TRESPADERNE


El último pleno del Ayuntamiento de Trespaderne aprobó por unanimidad el proyecto de las obras de reforma de los vestuarios, el graderío y la cubierta de las instalaciones del campo municipal de fútbol, que fue construido en el año 2000, pero que no ha podido ser estrenado desde entonces por las graves deficiencias que sufre debido a las filtraciones de agua. En octubre se iniciará el proceso de contratación de las obras, cuyo presupuesto ascenderá a 138.578 euros, y deberán estar concluidas en el mes de marzo para cumplir los plazos dados por la Diputación Provincial.

El Consistorio afrontará esta inversión con una subvención de esta institución de 97.005 euros y con parte de los 100.000 euros que el seguro del Colegio de Arquitectos dio al Ayuntamiento en 2009 tras admitir las responsabilidades del arquitecto director de las obras en los desperfectos que al poco de ejecutarse se detectaron tanto en el terreno de juego como en las instalaciones. Parte de ese dinero ya se destinó a la reparación del campo, que se encuentra ya en perfectas condiciones para el juego, como explica el concejal de Deportes, José Antonio Alonso de Armiño, quien junto con otros voluntarios se ha ocupado del riego del campo durante todo el verano.


DB informaba la pasada primavera de que el equipo de gobierno había perdido la subvención concedida por la Diputación para reparar el campo de fútbol. El Consistorio no presentó ante la Diputación el proyecto de las obras en el mes de diciembre, como estaba estipulado, y al finalizar la legislatura tampoco lo había hecho. No obstante, la alcaldesa, Isabel López, y el edil de Deportes mantuvieron un encuentro con el nuevo diputado provincial de Deportes, Ángel Carretón, y la institución provincial decidió dar una nueva oportunidad al Ayuntamiento de Trespaderne que deberá tener concluidas las obras para el 16 de marzo.


Las obras demolerán todo lo existente, salvo la estructura, por lo que los vestuarios, baños, bar y gradas serán reconstruidos de nuevo por completo. La intención del equipo de gobierno es invertir los 138.578 euros, de tal modo, que la baja en los presupuestos que presenten las constructoras se destine a mejoras en los accesos o en otros servicios.


José Antonio Alonso de Armiño espera que el nuevo campo sea estrenado al inicio de la nueva temporada de fútbol en septiembre de 2012 y será entonces cuando el nuevo equipo de gobierno piense en el destino del actual campo de juego ubicado a orillas del río Nela. Aún no se ha definido su nuevo uso, pero el concejal de Deportes avanza que se acondicionará «como zona de ocio o para la práctica de otros deportes distintos al fútbol». 



martes, 13 de septiembre de 2011

Un incendio destruye el Priorato de Trespaderne

Varios vecinos trataron de sofocar el fuego, que se originó por causas desconocidas en un terreno contiguo, pero no pudieron evitar su propagación hasta el inmueble del siglo XV

Diario de Burgos - 10/09/2011

El reloj marcaba poco más de las cinco de la tarde cuando un joven de la localidad vio las primeras señales de humo. Rápidamente advirtió a los vecinos de una vivienda cercana y juntos trataron de sofocar las primeras llamas, cuyas causas se desconocen y que se produjeron en un terreno situado junto al Priorato y la fuente del mismo nombre. Nada pudieron hacer con sus medios. El fuego entró en la finca por una parra seca y rápidamente prendió en el inmueble del siglo XV, que fue devorado por las llamas.

Ya habían llamado a los servicios de emergencias, que fueron llegando poco a poco para acabar con el incendio, pero sobre todo, para evitar que el fuego se propagase a las viviendas situadas en su entorno y por las que sus propietarios temieron desde el primer momento. El Priorato, datado en el siglo XV y que perteneció al Monasterio de San Salvador de Oña, se enclava en el casco antiguo de la localidad, donde todas las casas tienen la estructura de madera. Una de sus propietarias, Pilar Ortiz, sufrió un ataque de ansiedad y precisó de atención médica en el Centro de Salud.

Mientras, vecinos de la calle El Priorato echaban agua a sus tejados para colaborar con los efectivos que mitigaban las llamas y planeaban pasar la noche alerta en sus casas para vigilar, por si algún rescoldo volaba hasta sus tejados. De hecho, durante las tareas de extinción, una chispa voló a un cobertizo cercano y prendió el tejado, pero las llamas fueron apagadas rápidamente. Muchos vecinos junto a trabajadores y responsables municipales colaboraron con los bomberos voluntarios de la Diputación Provincial llegados de Medina de Pomar y de Oña y con los efectivos del operativo de incendios forestales de la Junta de Castilla y León. El operativo, en el que también intervino la Guardia Civil, seguía trabajando a las diez de la noche.

DIFICULTADES

Eso sí, en el camino también se encontraron alguna dificultad, como el hecho de que la boca de incendios ubicada en el patio del Colegio Tesla, justo al lado del Priorato, estuviera rota. Ello obligó a cargar los camiones de agua en otra zona y realizar viajes constantemente con los camiones autobomba. Asimismo, un camión pluma de la Mancomunidad Ebro-Nela también se sumó a los efectivos y sirvió para que los bomberos subieran a su cazo y pudieran trabajar en una de las fachadas en altura sin tener que subirse a escaleras, como sucedía en otras zonas del edificio, con un amplio perímetro.

La alcaldesa, Isabel López, manifestó ayer de DB que el Consistorio enviará en los próximos días a un técnico para que realice un informe sobre la situación del inmueble con el fin de que determine si su estado es de ruina. Este informe también servirá para que los propietarios del inmueble tomen las necesarias medidas de seguridad con el fin de evitar accidentes con un edificio que estaba en muy malas condiciones de conservación y que ha quedado destrozado.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El pasado también es patrimonio

María Negredo y Manuel Moratinos recogen la historia más antigua y reciente del municipio en el libro ‘Trespaderne, fiestas, romerías y cosas de antaño’, editado por el Ayuntamiento

A. CASTELLANOS / TRESPADERNE

La Unesco ha declarado numerosos edificios tan valiosos como la catedral de Burgos Patrimonio de la Humanidad, pero su preocupación por preservar el pasado no solo se centra ahora en el patrimonio material, sino también en el inmaterial, el compuesto por los recuerdos que solo se conservan en la memoria de las gentes, pero que no ocupan espacio físico alguno. De este patrimonio es del que se ha nutrido en gran parte el libro Trespaderne, fiestas, romerías y cosas de antaño, un trabajo de los historiadores y arqueólogos María Negredo García y Manuel Moratinos García, de la empresa Aratikos Arqueólogos S.L., realizado por encargo del Ayuntamiento de la localidad y subvencionado por la Consejería de Medio Ambiente a través de las ayudas que otorga a los municipios encuadrados en espacios naturales protegidos, en este caso, Montes Obarenes-San Zadornil.

Moratinos asegura que tanto su compañera como él han sido «simples amanuenses de lo que nos contaron los vecinos de la zona en sus entrevistas». Un total de 25 personas de avanzada edad de todos los pueblos del municipio han puesto su grano de arena para que la historia de la primera mitad del siglo XX de Trespaderne y sus pueblos perviva en la memoria colectiva. Son Rosalía de Virués, Obdulia e Inés Salazar, los López de Arroyuelo, los hermanos González y Salazar de Santotis o José Martínez Martínez, de Tartalés de Cilla.
María Negredo y Manuel Moratinos sostienen el libro.

Ellos les recordaron a los autores los tiempos en que las calles no estaban asfaltadas, se carecía de electricidad y de cualquiera de los medios que ahora hacen la vida más cómoda, pero por contra «había mucha más población y la gente trabajaba en cualquier cosa», como recuerda Moratinos. Eran tiempos de «tranquilidad y puertas abiertas» y de «fiestas entrañables», como las que repasa un libro que Negredo y Moratinos han completado con datos históricos extraídos de los Cartularios de Oña (siglo XI), el Becerro de las Behetrías (siglo XIV) o el Catastro del Marqués de la Ensenada, que en el siglo XVIII daba buena cuenta de los vecinos empadronados y de los cultivos de la zona, ricos en viñedos y chacolí -Trespaderne llegó a producir 78.000 litros de vino-.

A finales del siglo XIX nació el municipio de Trespaderne, que inicialmente lo compusieron Trespaderne, importante por ser cruce de caminos, junto a Arroyuelo, Palazuelos y Tartalés de Cilla, todos ellos desgajados de la Merindad de Cuesta Urria. Ya en el siglo XX llegaron desde el Valle de Tobalina Cadiñanos, Santotis y Virués e incluso Pedrosa, La Orden y Valujera lo intentaron sin éxito.

Supersticiones

En todos los pueblos se compartían tradiciones, que han sorprendido a los investigadores, como los toques de campana contra el nublado, los tentenublos, que estaban rodeados de numerosas creencias y supersticiones. Recoger piedrecitas por Semana Santa y tirarlas cuando venían los nublados, poner las hachas hacia arriba o encender las velas bendecidas el Día de las Candelas para espantar al nublado eran algunas de ellas.

Otras costumbres, como el Domingo de Lázaro, el domingo anterior a Semana Santa en que se tapaban los santos con un manto dorado y no se descubrían hasta el Domingo de Resurrección, es algo que los autores del libro admiten que desconocían hasta ahora, «a pesar de nuestro paso por la Universidad». El rito de la purificación de las mujeres parideras que duraba hasta 40 días y que no les permitía mezclarse con libertad con el resto de los vecinos también les «impresionó», dado que pervivió hasta hace solo 40 años y ahora lo seguirá haciendo en el libro.

En sus páginas, donde también se pueden ver numerosas fotografías, se cuenta parte de esa cultura religiosa que ya se ha ido perdiendo, pero también se reflejan pequeños detalles que hacen pensar en las dificultades de aquellos años, como los recuerdos de las vecinas de Palazuelos, que tejían con plumas de gallinas o varillas de paraguas rotos a falta de auténticas varillas de hacer punto. Eran otros tiempos.